16 agosto 2005

De los envases contaminantes

En los últimos diez años he percibido un notorio crecimiento en la producción y el consumo de envases para alimentos y bebidas. No dudo de que el unicel esté viviendo su época dorada. Todavía hace unos años un atole lo servían en un jarro y el tamal lo daban en una hoja de papel reciclado (el jarro se lavaba y el papel era consumido presto por la tierra). Hoy día prácticamente cualquier bebida la sirven en unicel; y no sólo eso, sino que le adornan una tapa y un popote, agregados de los q bien se puede prescindir, pues si el vaso es nuevo y nadie ha tocado su borde y se va a desechar, seguramente, ¿qué caso tiene usar un popote? Más basura.

Con los alimentos, calientes o fríos, pasa igual: charolas de unicel, cubiertos de plástico, cajas de unicel “para llevar”, papel aluminio, bolsas, todo desechable, directo a la basura. Parece q cuando uno compra comida, y no sólo para llevar, porque muchas veces aunque se consuma en el mismo sitio la sirven en desechables, lo único q puede reintegrarse a la naturaleza es tal vez la servilleta.

Taqueros y panaderos no quedan excluidos dentro de los fanáticos del dañino plástico. En algunos lugares ponen una hoja de polipapel (o sea, plástico) entre el taco pedido y el papel de estrasa que lo envuelve; en las panaderías se afanan en envolver en polipapel prácticamente cualquier cosa q no sean un bolillo o una telera. En más de una ocasión la chica de la panadería me ha hecho caras feas porq le he pedido q no me ponga el polipapel (en todo caso el beneficio directo es para ella, q no gasta más envoltura, ¿no?). De manera parecida reaccionan las chicas de las quesadillas cuando les digo q no las pongan en charola de unicel sino nomás así en el papel, y q de una vez les pongan la salsa, porq insisten en dármela aparte en unos vasitos con tapa hechos de alguna combinación de plástico con más plástico indestructible. El muchacho de las gelatinas no puede dejar de darme un polipapel debajo del verdadero papel (reciclable, por supuesto) en el q descansa la gelatina q le compro. Una más: hay q ver la cantidad de envoltorios q traen las golosinas con juguete de promoción como galletas, chocolates, etc., tipo las promociones de Ricolino, Coca-cola, Sabritas, etc., y tantos otros productos q se venden en cualquier tienda.

Esta profusión de envases y envolturas ha traído consigo un incremento de basura q no creo q alguien pueda contar. Hay unas tiendas en Estados Unidos muy afines al viejo body shop, al foot not bombs y establecimientos interesados en ofrecer productos lo menos industrializados posible. Uno de sus principios es q lo q vendan esté contenido en la envoltura más discreta y hecha de material reciclado y reciclable o, mejor, q no requiera envoltura.

También parece q de unos pocos años a acá ya nadie se acuerda de los platitos de cartón y las tazas de cartón encerado para el café caliente (ambos reciclables). Son raros ya los lugares donde los usan. La gente q vende comida ya no quiere lavar platos de plástico ni vasos ni tazas ni nada; seguramente suponen q es un gran avance tecnológico y hasta higiénico q haya vajillas completas de unicel o plástico a su servicio y q, “sanitariamente”, pueda tirarse a la calle o, a veces, ponerse en un bote de basura para “jamás volver a saber de ellas”.

Si el cartón proviene de un árbol, por lo menos se reintegra pronto a la tierra en una composta o tratamiento de descomposición acelerada, mientras q los derivados de petróleo es bien sabido q permanecerán en esta tierra hasta después de q haya muerto la última cucaracha.

Efectivamente hay cómodos insustituibles como los cubiertos o los popotes, q no los puede haber de cartón (¿de verdad q no podría haber popotes de cartón encerado?) u otro material reutilizable, pero deberían ser los menos y no dominar completamente el mundo de los envases de alimentos.