09 agosto 2006

Tepoz y el Tepoz

Salí a un paseo al cerro del Tepozteco, en Tepoztlán, Morelos. Subir al cerro y ver la pirámide q s’encuentra en la cumbre es uno de los principales atractivos. El otro es comprar cuanta madre new age se vende en las calles. El otro, meterse a un lugar new age a recibir un masaje, sacarse fotos del aura, a que le lean a uno el tarot o, en fin, a someterse a la cantidad de tratamientos de la nueva era para “sentirse bien y en armonía con el universo”. La fusión etérea por nada módicos precios.

Subir y bajar del cerro es toda una lección. Para empezar, se sube por peldaños, muy simulados con el propio cerro, pero al fin escalones. Mucha gente va subiendo y va totalmente concentrada en ello, en llegar (no sabe bien a bien a dónde ni a qué y lo va preguntando cada diez metros) y en ir externando su creciente fatiga.

Para muchos, el sentido místico mágico o sagrado q en algún tiempo significó para los pueblos antiguos visitar este lugar, se reduce a tomar y tomar fotos con sus celulares y a subir el cerro como molesto requisito del paseo, nada más.

Una vez arriba, buen número de extenuados paseantes bufan de desilusión, porque en la cima no hay “nada” que de verdad haya valido la pena , salvo una qesqe pirámide mocha. Sobre ésta se abalanzan (tras pagar 30 pesos por cabeza) para treparse, ver el paisaje, seguirse quejando de lo cansado de la subida al “tepoz” y empezar a planear qué es lo que van a comer allá abajo. En el equinoccio de la primavera suben a “cargarse de energía”, pero ahorita es verano, no ha de haber energía y entonces pa q voltear las palmas al cielo. El descenso es otra cosa.

Es un tropel mayoritariamente obcecado, con la mirada fija en el piso, las manos tanteando constantemente el celular y las piedras que van sirviendo de barabda. Cuando se detienen es para esperar a la abuelita, al Jorgito, q ya se resbaló otra vez, o a la novia, q como oyó q iban a “Tepoz” y no al “Tepoz”, se trajo sus taconcitos.

Ahora anda sonando mucho esta frase que dice algo así como que la viada es lo q te sucede sin q te des cuenta cuando estás empeñado en querer vivirla. El sentido desto, q se le adjudica al Lennon pude verificarlo de ida y de vuelta.

Las pequeñas maravillas de la naturaleza que pueblan el cerro quedan fuera del campo de visión y atención de los paseantes. El cuidado de los aperos personales, la toma de fotos y la atención a los resbaladizos acompañantes, mantienen a los viajeros lo suficientemente ocupados como para no ver, escuchar, oler y sentir, externa e internamente.

Luois Stevenson y algunos otros autores se han ocupado de consagrar al paseo como un arte, con sus concesiones y restricciones, propias de cada arte. Solos o en silencio, dicen , es mejor el caminar, más disfrutable. Sea…

2 comentarios:

karladre dijo...

fijate que estuve buscando en la web informacion sobre la pelicula "las tortugas pueden volar", y me encanto la reseña que hiciste sobre ella. la verdad captaste la escencia de la pelicula, y en mucho de lo que dices base mi articulo para la escuela. me dio gusto ver que hay personas como yo, que realmente ven el objetivo real de una pelicula. espero seguir disfrutando de tus letras. saludos. karla

Anónimo dijo...

QUE LA VERDAD TIENEN MUCHA RAZON EN LO QUE DICE PERO TAMBIEN ES CIERTO QUE HAY MUCHA GENTE QUE SI DISFRUTAMOS DE LA VISTA DEL CLIMA DEL AIRE PURO DE LA COMPAÑIA Y DE TODO LO HERMOSO QUE DA LA NATURALEZA AUNQUE DICHO SEA DE PASO HAYA IDO DE TACONES Y CON UN NIÑO CARGANDO DE CINCO MESES AUN ASI LA EXPERIENCIA SE DISFRUTA Y MAS AUN POR QUE DAN GANAS DE VOLVER A IR CON EL GALAN