04 octubre 2007

Gonzalo Guerrero




Gonzalo Guerrero: memoria olvidada: trauma de México, de Carlos Villa Roiz.
México: Plaza y Valdés, 1995.

Podría decirse que Gonzalo Guerrero fue el primer “conquistador” en conquistar realmente, es decir, en establecer una comunicación e intercambio pacíficos con los habitantes del mundo americano. En 1511 naufragó en las costas de Yucatán; fue hecho prisionero, paulatinamente se ganó un lugar en la sociedad maya y llegó a ser un líder, un cacique, el esposo de una princesa y se ganó el respeto de la población. Tiene su contraparte, Jerónimo de Aguilar, compañero de naufragio también hecho prisionero y quien logró subsistir siempre con la mente puesta en el rescate por parte de los españoles. Hombre religioso y de mente cristiana europea a la espera del retorno a la “civilización”. En cambio, Guerrero dejó de lado los ideales de gloria, oro y fama para dar paso a una experiencia inusitada en un mundo totalmente desconocido. Sentó familia, tuvo hijos (podría decirse que los primero mestizos conocidos sin violación sexual de por medio), ocupó un lugar destacado en la sociedad maya de entonces y combatió a lado de los nativos de la península.

La novela, como tal, es pobre en estilo. Sus narradores son inverosímiles, profundamente eruditos y omniscientes. Por ejemplo, la narradora principal, la hija misma del personaje, es de una sapiencia descomunal y cita a la mitología griega o sucesos europeos cercanos de imposible alcance para una esclava maya de mediados del siglo XVI, por muy criada de españoles que hubiera sido. Otros, como el mismo Guerrero, un soldado español, hablan como si estuvieran a 300 años de distancia de su época y pudieran decir tranquilamente Edad Media, Renacimiento, Colón no era un científico como Bacon, o hablar de Diego de Landa y de Cortés como personajes históricos, cuando se supone que son contemporáneos.

En su descargo, la obra es abundante en datos históricos interesantes (con notas a pie de página y citas textuales, lo que demerita el pretendido estilo novelístico) y presenta una visión sensible de la invasión al continente a través de las reflexiones de un hombre que involuntariamente tiene la oportunidad de conocer a los habitantes de estas tierras “descubiertas”. En algunos pasajes describe las enormes oportunidades que tuvieron los nativos para expulsar de sus tierras a los invasores, especialmente cuando avanzadas de sólo unos pocos, mal armados y desgastados, apenas se acercaban a las costas de lo que ahora llamamos México. Aflora la frustración de ver con ojos modernos la imposibilidad que los nativos tuvieron para prever que dejarlos entrar, recibirlos con suma cortesía y tolerancia era condenar para siempre a los pueblos y las tierras de este lado del Atlántico al yugo de la “occidentalidad” y todo lo que hasta el presente conlleva.

Gonzalo Guerrero es una figura que siempre me ha atraído por su singularidad en la historia de este país, pero sobre todo por su postura antagónica a los intereses de la corona española y simpatía con los pueblos originarios. Supo ver y más o menos comprender la grandeza de la civilización que devastaron sus compatriotas (si bien los mayas "clásicos" de por sí ya se habían extinguido); tuvo oportunidad de disfrutar las riquezas naturales de las tierras a las que llegó sin la actitud de sometimiento que obnubiló a los hambrientos de oro y gloria. Al final, inevitablemente sucumbió a las fuerzas de las armas europeas y tuvo que resignarse a las decisiones de los antiguos líderes del mayab.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

esta bien mal hecho quiero q hagan otro como el gran pedro ovando mosqueda el rey de todo el universo

Anónimo dijo...

areli y carlos se aman mucho