21 marzo 2005

Del Tsunami como experimento (comentario)

Apenas se supo en todo el mundo de la devastación provocada por este fenómeno, comenzó a circular el rumor de que se trataba no de una manifestación de la naturaleza, sino de experimentos nucleares submarinos. Unos decían que perpetrados por la India, otros que por Egipto, debido a ciertos enconos entre estas naciones y las afectadas. Otros que no eran sino las potencias de siempre: EU, Francia o China.

Inmediatamente, en la prensa y medios electrónicos se alzaron voces tildando a esta posibilidad de paranoica fantasía producto de los mismos intrigosos que creen que la CIA y el FBI guardan secretos de extraterrestres, que el sida es un instrumento de control demográfico, que las sopas Maruchan y el agua embotellada propician la homosexualidad.
Unas pocas semanas después del tsumani encontré estos párrafos en “La cultura como empresa multinacional
[1]” de Armand Mattelart, texto que data de 1974. Está hablando de las relaciones entre las grandes empresas y la industria de la guerra: “…Desde hace aproximadamente seis años, el Departamento de Defensa, asesorado por un gran número de oficinas civiles, militares o paramilitares como el Centro Nacional de Investigaciones de Monterey, el Naval Weapons Center de California o la Rand Incorporation, desarrolla sus proyectos de guerra geofísica y climatológica, tratando de dominar los ciclones, los maremotos y las tempestades. Por 1ª vez, en 1969 la aviación norteamericana decidió utilizar lluvias artificiales para frenar el avance de las columnas enemigas a lo largo de las pistas de infiltración. Este primer experimento, que en Laos borró del mapa varios pueblos junto con sus habitantes, destruyó las cosechas e inundó la región, recibió el nombre de Operación Popeye”
[1] Mattelart, Armand. La cultura como empresa multinacional. México: Era, 1974. 177p.

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