28 junio 2008

Un cambio pa chispar el pedo

Es la mañana, casi el mediodía de un cómodo sábado de burócrata. llama el Oveja desde el botellón pidiendo una mano amiga desde la cloaca. Picó a un wey, lo descontó, lo enfierró o simplemente lo despachó, no me dijo bien y no quise indagar más. Me llama como no queriendo desde un celular polizonte en esa nave de locos. Pregunta que qué hago y le digo que nada, que a punto de ponerme a practicar la batería. Me pide permiso para hablarme al chie y se lo doy: que para librar el pedo de irse al Módulo, disfraz para decir calabozo, hoyo, culo de Satanás, necesita mil quina, mil quinientos pesos. Hay que depositarlos a una cuenta del Elektra, hoy, hoy, por que si no, Módulo, escoria dentro de la escoria. El Oveja es compa de antaño, la banda, qué puedo hacer. Da vueltas, se oye apenado, no sabe si pedirme la esquina así al chile. Lo conmino.

Dame datos pal depósito, le digo. El cubano, dueño del fon, quiere hablarme como pa saludarme; ni lo conozco. Intercambian ondas y me dice que de momento no le aflojan una cuenta que le dé yo unos minutos, que me vuelve llamar, que se va a mover y armar el tiro para chisparse del pedo. Quedo pendiente, le digo.

Me pongo los tapones, me siento ante la batería y pongo a la vista el fon pa q destelle cuando suene y no lo pueda escuchar. Corro la pista que debo practicar y comienzo. Mientras yo me ocupo de matizar, hacer acentos, contar compases y domar la pista, el Oveja se está meneando en la cárcel para sobornar, conciliar, abogar, acordar y hacer todo lo posible para no ingresar a una pesadilla de tortura, humillación y castigo.



Lo ha detenido la policía ahí dentro. Me llama en calidad de detenido dentro del tambo. Sigo practicando y atento a la luz del fon, que no suena. Sin querer, estoy marcando en mis tambores y platillos el compás y el tiempo a los que debe desafanarse allá adentro el pedo y de ser castigado en el castigo. Pinche wey...

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