12 abril 2008

Piratas del Eje y del Caribe




Hace rato fui a Eje Central a comprar un aparato. Justo a partir de este día ya no dejaron poner a los ambulates, más bien vendedores semifijos, de las banquetas del Eje Central de esta apesta-a-taquito ciudad. Tales vededores se dedican básicamente al software y a la industria del entretenimiento (piratas). Parece q el argumento no es quitarlos por piratas, sino para darle mejor vista al centro histórico, en palabras del actual jefe de gobierno q se llama igual q mi gato (o el gato q vive aquí, porq me caga decir "mi gato").
Pero esto de quitarlos tampoco debe ser de a gratis, porque recientemente grandes empresas del ramo como Microsoft se pronunciaron por la preocupación del fuerte incremento de piratería en zonas como nuestro país y el este asiático, el pobre, claro. Pero parece q estos grandes ejecutivos de esas magnas compañías jamás volvieron a coger un libro de historia después de aprobar la materia en la primaria.

Si de piratas se trata, no hay más que volver la página apenas unos 400 años atrás. Para ese entonces ciudades como Londres, París y otras más de actual gran lujo, deben haber estado mucho más apestosas, grasientas y estiercoladas que las colonias más jodidas del actual México profundo o que algunas salidas de metro de su ciudad capital. Por aquellos tiempos (y tal vez todavía) la corona inglesa tenía aversión a cualquier cosa que pareciera española. Pero no aborrecía de sus mercancías que regresaban al reino provenientes de las Indias. La reina Isabel I instauró (implementó, diría un tecnócrata de estos tiempos que no sabe ni escribir su nombre) y dio su pleno consentimiento y autorización al asalto sistemático de naves españolas y portuguesas. Más adelante dio iguales permisos reales para arrebatar tierras en las Indias, saquear, abusar, etc., lo más que se pudiera a beneficio del orgulloso reino británico. Buena parte de las Antillas fue adquirida gracias a esos asaltos y raterías conocidos como piratería. Materias primas, agricultura, productos, comercio, etc., obtenidos ulteriormente, gracias a la piratería, fueron algunos de los robustos pistones que propiciaron que en poco tiempo la Gran Bretaña se erigiera como la primera potencia del mundo moderno (indirectamente lo sigue siendo).

Los piratas eran la avanzada de la corona británica para tener una rebanada de ese enorme y jugoso pastel llamado las Indias. Holandeses, franceses y en menor medida alemanes, suecos y daneses reforzaron esa noble institución.
La historia posterior todos la conocemos: los británicos siempre sí que tuvieron su parte del pastel en las Indias-ahora América. Hoy, 400 años después, empresas de tatatataranietos de inmigrantes y piratas provenientes del Reino Unido y anexas piden que cómo es posible que los mexicanos osemos piratear sus productos y comerciarlos y consumirlos y tenerlos presentes en nuestras vidas diarias. Eso, dicen, es un delito, una violación flagrante al derecho de propiedad autoral.
Hoy, 400 años después, ellos, los asaltantes y usurpadores, vienen a decir que no seamos piratas, cuando hoy son lo que son y están donde están gracias a los verdaderos Piratas del Caribe.
Confróntese Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina, por ejemplo, o confróntese el propio bolsillo vacío para ver si no es un "asalto a la razón", dice el Carlos Marín Bros., payaso ése, vivir en un país riquísimo y estar jodidísimo.
No he visto ni jamás veré Piratas del Caribe, pero es una verdadera falta de respeto que los beneficiados de la piratería desarrollada en América y el Caribe hagan una película "padre" que supongo ensalsa o hace "chistositos" y "cool" a esos valientes "exploradores" siervos de su majestad, como Sir. Francis Cerdo Drake.
Cago en la puta q los parió...

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