05 abril 2009

Eduardo Galeano en Bellas Artes

Eduardo Galeano en Bellas Artes

El pasado 1 de abril, el reconocido escritor uruguayo presentó su libro Espejos en una reducida salita para apenas 90 personas en el Palacio de Bellas Artes. Quien se encargó de la organización desconoce o subestimó la talla y capacidad de convocatoria de uno de los clásicos del latinoamericanismo. Afuera de la salita había al menos el doble de la gente que había adentro. Pero la mala organización pasó a segundo plano ante el agasajo de escuchar las reflexiones y los agudos comentarios del autor. Eduardo Galeano es tal vez más conocido por un libro clásico y básico para cualquier ciudadano de este lado del mundo y de otras latitudes que igualmente han sufrido la explotación centenaria de países del norte: Las venas abiertas de América Latina. Como dato curioso, cuando publicó este libro, al que algunos simpatizantes también han llamado la Biblia de América Latina, Galeano apenas tenía 30 años de edad. En él documenta, a lo largo de diferentes casos que transitan entre el periodismo, la narrativa y el ensayo, el saqueo imparable de recursos que ha sufrido esta parte del continente americano desde la llegada de los europeos hasta ya bien entrado el siglo XX.

El autor comenzó la presentación de Espejos con un tono de voz muy bajito, característico de su estilo pausado y sereno; dedicó la presentación a los pueblos en lucha y resistencia en México, como Atenco, y aprovechó para dedicarla también al zapatista de Irak, aquél periodista que lanzó sus zapatos a George Bush. Entresacaba de su libro historias breves, reflexiones y preguntas que seguro nunca tendrán respuestas, como aquéllas sobre la posibilidad de que las delicadas figuras de las pinturas rupestres de las cuevas de Altamira, en España, supuestamente hechas por salvajes, por toscos hombres de las cavernas hace miles de años, en realidad hayan sido pintadas por mujeres. ¿Qué repercusiones tendría eso en una sociedad machista falocéntrica?
Disertó también sobre la apropiación abusiva de los europeos de las cosas, la gente y los nombres de estas tierras ahora llamadas americanas. Leyó de Espejos la anécdota en la que el primer hombre (o sea, un español que acababa de bajar de su barco en el siglo XVI), supuestamente, vio simultáneamente los dos océanos, el Pacífico y el Atlántico desde una cima de Panamá. Y entonces, se pregunta Galeano, los que ahí vivían, que eran muchísimos, ¿eran ciegos? Hoy ríos y montañas llevan nombres puestos por los españoles. Y los que ahí vivían, repite, ¿eran mudos?
En Espejos, el autor de Patas arriba hace una especie de compendio de la historia universal desde el punto de vista de quien desenreda marañas mañosamente tejidas por los que vencen y se encargan de transmitir su versión, que termina por volverse la versión oficial.
Dos preguntas que le hicieron me llamaron la atención: “qué opinión tiene sobre la actual tendencia en América Latina a elegir gobiernos de izquierda” y “qué opina sobre la supuesta lucha que el gobierno mexicano libra contra el narcotráfico”. Sobre la primera pregunta se congratuló de que eso esté sucediendo –y lo dice alguien que ha sufrido las dictaduras militares , desafortunada moda de los setenta en el cono sur del continente– y lamentó que al respecto los ufanos europeos sigan sometiendo a minucioso examen a los países “emergentes” para verificar, según sus cánones, quién es y quién no es demócrata, cuando ellos mismo, señaló, jamás han preguntado directamente a sus gobernados si quieren que quien está en el gobierno siga o deje el poder; y ese ejercicio característicamente demócrata, dijo, en la historia contemporánea sólo lo han hecho a cabalidad Venezuela y Bolivia. Recuerda que eso no lo toman en cuenta o lo minimizan, como también ignoran que sólo Ecuador tenga reconocidos los derechos de la naturaleza en su constitución política. Esto es crucial, porque la ley dice que un río o un bosque tienen derecho a existir por el simple hecho de ser lo que son, al margen de intereses predatorios capitalistas, nacionales o de cualquier índole que apunten hacia la explotación desmesurada de la naturaleza.
Sobre la segunda pregunta, el autor respondió que en primer lugar hay que reflexionar sobre el fondo de la cuestión: ¿por qué se drogan tanto quienes se drogan? ¿Tienen muchos problemas, están muy deprimidos, ansiosos o sólo lo hacen por diversión? El siguiente paso para entender lo que hay detrás del narcotráfico es entender situaciones evidentes y elocuentes, como que el 95% de la amapola que se consume en el mundo, la cual es base para la heroína y otras sustancias perseguidas (lo que de por sí es surrealista), se produce en Afganistán; luego, Afganistán es un país ocupado por los Estados Unidos, por lo tanto, Estados Unidos es el principal productor de amapola, y al mismo tiempo proveedor del país que consume cerca del 90% de la amapola (heroína) en el mundo, es decir, Estados Unidos. Entonces, dice Galeano, a qué vienen esas lágrimas de cocodrilo y desgarramiento de vestidura por el tráfico de drogas si los que lloran son justo los que están detrás del gran negocio.
Fueron poco más de dos horas de escuchar a un hombre que conoce a fondo los problemas de los pobres, las mujeres, los marginados, de América Latina, África y aun de sectores de la población de los países que supuestamente han rebasado las necesidades más elementales. A pesar de tener siempre a la mano tantas injusticias, abusos e infamias, el también autor de la trilogía Memoria del fuego, mantiene un aire de paz y tranquilidad que sin duda deben ayudarle a transformar en poesía los horrores del mundo civilizado.
En esta dirección encontrarán interesantes video comentarios que el autor ha realizado para la televisión educativa argentina.
http://floresde.wordpress.com/2008/11/13/reflexiones-de-eduardo-galeano

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